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La edad: ¿el talón de Aquiles del cambio?

Todos somos conscientes de que en el mundo actual, la velocidad de los cambios supera nuestras posibilidades de seguimiento y asimilación. Hoy nace una nueva tecnología que mañana estará obsoleta. Cuando te has hecho con el truco de algo, llega una actualización y te cambia todo de nuevo.

Sin excepción alguna, estamos sometidos a esta presión de mantenernos al día; pero si hay una parte de la población vulnerable a estos cambios, son los adultos mayores.

Lo primero que encuentran los pacientes en el área de consultas de cualquier hospital son varios monitores interactivos con un hueco para insertar la tarjeta sanitaria. En los accesos al metro, ocurre lo mismo: una fila de máquinas con pantallas táctiles para comprar billetes, recargar la tarjeta de transporte o consultar el saldo, pagar en efectivo o con tarjeta; pero en muchas ocasiones no hay personal a quien consultarle.

Quizá el sector donde más se ha enfriado el trato humano, es el bancario. Muchas entidades ni siquiera tienen sedes físicas, todo lo fían a internet, y las que aún conservan sucursales las han reducido, implementado tecnología que permite realizar múltiples operaciones desde el cajero automático, sin tener que entrar a la oficina. 

Señor mayor en un cajero automático

Si la digitalización era algo inevitable, la pandemia la aceleró vertiginosamente, llevando a la cancelación de la atención presencial en casi todos los servicios, públicos y privados, complicando aún más las cosas.

Sin duda, para quienes se desenvuelven bien entre mails, apps, smartphones y tablets, esta dinámica de consultas y pagos online resulta muy práctica y agiliza muchísimo las gestiones, pero puede suponer un verdadero martirio de impotencia y frustración para aquellas personas para las que, por edad, el uso de la tecnología es un obstáculo muy difícil de sortear.

La tecnología ha llegado a un nivel al que gran parte de nuestra población no se puede adaptar.

“Es un maltrato. Hay exclusión en todas las áreas que tienen que ver, sobre todo, con la compra de distintos servicios. No hay ninguna excepción. Hoy en día para hacer cualquier cosa hay que acudir a los medios digitales […] Y el colmo de los colmos es ponerse en contacto con una empresa, hablar con una persona y que ésta directamente te derive a hacer el trámite de forma digital”

Afirma el presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Mayores (CEOMA), Juan Manuel Martínez.

Si nos paramos a pensar en ello, este sector de la sociedad nunca ha convivido ni necesitado la tecnología que reina en nuestras vidas ahora mismo y que, sin la cual, cada día es mas difícil hacer cualquier cosa.

El tema es que el segmento de la tercera edad es cada vez es más relevante. Revisando las estadísticas, dentro de siete años, más del 20% de los europeos tendrán 65 años o más. En 2060, uno de cada tres ciudadanos formará parte de este colectivo.

Esto, por obligación moral y por interés económico, nos debería llevar a desarrollar iniciativas tecnológicas encaminadas a mejorar nuestra vejez. Reducir la brecha generacional debe ser objetivo de todos.

Bien es cierto que ya hay movimientos, como Levanta la Cabeza,  para estrechar esta brecha o el conocido “Soy mayor, no idiota” que llevó a su creador, el médico Carlos San Juan, a todas las portadas y telediarios.

La tecnología, como decimos siempre, debe estar al servicio de las personas y no ser un problema. Aun queda mucho por hacer por nuestros mayores, pero ya se van viendo algunos cambios.

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